POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha | 26/02/2023
Fotografía: Pixabay
Últimamente, cuando llego a casa después del trabajo me encuentro a mi hija Àgatha, con autismo severo no verbal, en el recibidor a oscuras acompañada de mi gata Ivy.
Bueno, digo últimamente, pero ya lo hacía de pequeña, ahora está a punto de hacer los veintitrés.
Yo le doy un fuerte abrazo mientras la gata se va frotando contra mis piernas.
El autismo clasificado como severo se caracteriza por déficits profundos, considerados serios con respecto a las habilidades de comunicación social, tanto orales o no, comúnmente con poca o ninguna oralidad (no verbal), además de la dificultad para comprender emociones y expresiones faciales.
El tiempo pasa volando, se esfuma a una velocidad de vértigo, y Àgatha hace vaivenes en sus avances o retrocesos.
De hecho, avanzar avanzar, poco avanza.
Aun así, su evolución durante este último año debo considerarla bastante positiva.
Vuelve a sonreír más tiempo que a mostrar seriedad, vuelve a comer sin problemas, pese a que se ha adelgazado bastante y, algo muy importante, vuelve a dormir horas seguidas.
Y se pasa largos ratos en la entrada de casa lanzando gritos cortos junto a la puerta de la entrada, yo creo que porque debe sentir cómo esos gritos generan una especie de eco hacia la escalera de vecinos, los cuales, como alguno ya nos ha comentado, no se quejan, ya que tienen asumido que ella es un elemento más de la misma.
Como he comentado al principio, Àgatha tiene un autismo no verbal, muy común dentro de la severidad de su discapacidad. Esta no verbalidad provoca amplias dificultades de comprensión en relación con la comunicación con sus interlocutores.
El principal factor de identificación del autismo no verbal se percibe en si alguien habla con claridad o sin interferencias, y las personas con Trastorno del Espectro Autista pueden tener dificultades para hablar o mantener una conversación con otro sujeto, pero las no verbales no hablan en absoluto, como es el caso de Àgatha.
La comunicación verbal, que puede ser hablada o escrita, por ejemplo mediante textos, jeroglíficos, logotipos, etc., es la que se establece con palabras o signos. Los gritos, silbidos, el llanto y las risas también son comunicación verbal porque pueden expresar diferentes situaciones anímicas, ya que son unas de las formas más primarias de la comunicación. Podríamos considerar que lo más evolucionado de la comunicación oral es el lenguaje articulado que da lugar a las sílabas, palabras y oraciones con las que nos comunicamos.
La comunicación no verbal sería la comunicación en la que hay un envío y recepción de mensajes sin palabras. Se trata de gestos y miradas, posturas corporales, etc. que pueden ser comunicados a través de gestos, expresión facial, contacto visual, pero no únicamente de este modo. La comunicación no verbal se realiza a través de imágenes sensoriales (visuales, auditivas, olfativas), gestos, movimientos corporales, etc.
Con el paso del tiempo hemos llegado a creer identificar si Àgatha puede estar bien de salud, incómoda, irritable o feliz, pero nunca con un convencimiento absoluto.
Esa no verbalidad, junto con su incomprensión y falta de empatía con sus interlocutores al no comprender lo que la rodea, provoca grandes dificultades para poder tener una claridad en su estado anímico e incluso físico.
Por ese motivo, verla con esa sonrisa, con esa calma, que vuelve a comer sin quejarse y que echa esos gritos a través de la puerta de entrada hacia la escalera, como un juego personal especial, te da calma y permite que el día a día sea mucho más llevadero.
Tendríais que ver, cuando nos hemos retrasado algo en darle alguna de las comidas, cómo cuando ve el plato abre la boca y da puntapiés al suelo expresando su hambre y pidiendo que se lo demos ya, es gracioso y delicioso a la vez.
Creo que voy a volver a la entrada para darle otro abrazo y unos cuantos besos más.
