POR JORGE GIMENEZ
Fuente: Autismo en Vivo | 02/01/2023
Fotografía: Pixabay.com
Los Asperger se sienten fatal en los entornos de fiesta, con mucha gente y ruido, tanto por la hipersensibilidad sensorial como por el agobio y la fatiga social que provoca
En el país de la fiesta, un Asperger es poco menos que un alienígena social, si bien hay muchos neuro-típicos a quienes tampoco les gusta la fiesta, pero en ciertos tramos de edad es casi un sacrilegio negarse a ir a las fiestas, lo que además llega a comportar casi una autoexclusión social. No conviene, a no ser que tengas tu grupito con quienes montarte tu plan alternativo.
Hay ciertas épocas y momentos del año que son casi de fiesta obligatoria, lo cual es aún peor, pues resulta muy difícil escaparse, y llega a ser muy incómodo. Es especialmente duro ver como los demás disfrutan tanto con la fiesta y tu no, y piensas, qué pasa conmigo que no puedo disfrutar como los demás, … ¡vaya mierda!
Quizás la solución es montar “fiestas alternativas” en “petit comité”, más que quedarse colgado sin más. En las edades adolescentes y de adultez temprana la pertenencia al grupo es una necesidad de primer orden, y ello hace que resulte muy difícil ir en contra de las dinámicas predominantes. Pocos se atreven a decir que no les gusta la fiesta si así es. Y realmente son bastantes quienes piensan así, pero no se atreven a confesarse.
En este escenario, el Asperger se encuentra un poco con el dilema de renunciar a su deseo y convicción o renunciar al grupo de amigos. Ambas opciones son duras de aceptar, y es por ello, entre otras razones, que estas edades son las más difíciles para las personas del espectro.
Con el paso de los años, las fiestas se cambian por reuniones sociales más tranquilas, pero siguen siendo un coñazo. La diferencia es que con la madurez uno se siente más libre, normalmente, de ser uno mismo, pues cada vez más gente se libera de las obligaciones sociales y se acepta mucho mejor salirse de la corriente, al menos por parte de las personas más abiertas y maduras.
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