POR IGNACIO PANTOJA
Fuente: Autismo en vivo | 22/05/2023
Fotografía: Pixabay
Viajar al Norte siempre es bueno para los autistas.
Cansado, agobiado y derrotado de los estudios llegué a mi casa en la costa del norte.
Harto de seguir y seguir la misma rutina eternamente, decidí enrolarme en un barco pesquero que partiría aquella tarde hacia el norte.
Nada más embarcar y respirar el aire marinero, mi mente empezó a viajar más rápido. Las olas dejaron pronto su espacio a un remanso de paz y el sol llegó a su apogeo.
Observé a mi alrededor y vi surtidores, fuentes de colores salían y entraban del fondo del mar al compas de una bella música, rojas, verdes, naranjas, de color rosa, entraban y volvían a meterse dentro del agua.
Al poco tiempo deje de oler la sal y comencé a disfrutar de un suave perfume, en ese momento, me di cuenta de que ya no parecía que navegáramos, sino que flotáramos suspendidos en el aire.
Entonces divise las estrellas, como una lluvia fina caía encima mío y podía sentir su frescor.
La luna era enorme, anaranjada, giramos en ella una y otra vez como las aspas de un molino.
Seguimos flotando sobre el mar estrellado que ya se había convertido en noche, entonces poco a poco, arrullado por la suave brisa y la música, empecé a quedarme dormido, justo cuando una enorme estrella nos abrió sus puertas.
Ignacio F. Pantoja
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