POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha | 03/11/2024
Fotografía: Univers Àgatha
A veces me quedo observándote. Rectifico, a veces no, ¡tantas veces!
Veo cómo vas, haces un viraje hacia la derecha, después entras en una habitación, luego sales y te vas por el pasillo arriba abajo.
Me pregunto, tras tus veinticuatro años, o mejor, me sigo preguntando, qué transita por esa cabecita.
¿Será algo simple y, sencillamente, eso eres tú, algo simple?
O, ¿será algo relleno de movimientos, o sea, complejo y abstracto?
Está claro, tú tienes una complejidad absoluta, estos son tus enigmas y, a la vez, lo que, seguro, tantas veces te provoca tus crisis, tus insomnios, tus nervios.
¡Ah! ¡Qué bueno podría ser filtrarme en tu cerebrito, en tu mente, y averiguar cómo piensas, cómo sientes y cómo te encuentras para intentar soliviantarte!
Pero bueno, también sería tan feliz de saber cómo sentir el modo en que tú sientes interiormente, cuando expresas alegría, y gritas y lanzas carcajadas y nos alegras con una sonrisa acompañada de unos dulces sonidos guturales, porque reflejas tanta pureza, inocencia y emoción, que nos cubres el corazón con flores de plata y oro.
¡Caramba, hija mía, qué misteriosa eres y qué esmeralda maravillosa también!
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