Cortesía de CC0 Public Domain
POR INGRID FADELLI
Fuente: Medical Xpress | 29/07/2022
Fotografía: CC0 Public Domain
Estudios neurocientíficos recientes han descubierto que la composición biológica del intestino podría contribuir a algunos de los síntomas más característicos del TEA
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición neurológica y del desarrollo que afecta a la forma en que los seres humanos se comunican, aprenden cosas nuevas y se comportan. Los síntomas del TEA pueden incluir dificultades para interactuar con los demás y adaptarse a los cambios de rutina, comportamientos repetitivos, irritabilidad e intereses restringidos o fijados por cosas específicas.
Aunque los síntomas del autismo pueden aparecer a cualquier edad, los primeros signos suelen empezar a manifestarse en los dos primeros años de vida del niño. Las personas con TEA pueden encontrarse con numerosos problemas, que pueden abordarse mediante servicios de apoyo, terapia de conversación y, a veces, medicación.
A día de hoy, los neurocientíficos y los investigadores médicos no han identificado las causas principales del TEA. No obstante, los hallazgos del pasado sugieren que podría estar causado por la interacción de genes específicos con factores ambientales.
Curiosamente, estudios neurocientíficos recientes han descubierto que la composición biológica del intestino podría contribuir a algunos de los síntomas más característicos del TEA. Más concretamente, los experimentos con ratones sugieren que la vía entre las bacterias intestinales y el sistema nervioso central puede afectar a los comportamientos sociales.
Basándose en hallazgos anteriores, investigadores de la Universidad de Roma "Tor Vergata" y de la Universidad de Calabria han llevado a cabo recientemente un nuevo estudio en ratones, en el que se investigan los efectos de trasplantar a ratones la microbiota fecal recogida de donantes autistas. Sus resultados, publicados en Neuroscience, aportan nuevas pruebas que relacionan la microbiota intestinal con los comportamientos sociales típicos del TEA.
"El trasplante de microbiota fecal (FMT) mediante la ingestión de niños autistas donantes a ratones, condujo a la colonización de microbiota similar a la del TEA y a comportamientos autistas en comparación con las crías de hembras embarazadas expuestas al ácido valproico (VPA)", escribieron Ennio Avolio y sus colegas en su artículo. "Dichas variaciones parecían estar estrechamente asociadas a un aumento de las poblaciones de Tenericutes, además de una notable reducción (p < 0,001) de Actinobacterias y Candidatus S. en la región gastrointestinal de los ratones con TFM en comparación con los controles".
Esencialmente, Avolio y sus colegas examinaron dos grupos diferentes de ratones. Los ratones del primer grupo (es decir, el grupo experimental) recibieron microbiota trasplantada procedente del intestino de niños con TEA, mientras que los ratones del otro (es decir, el grupo de control) fueron expuestos al VPA, un compuesto sintético con propiedades anticonvulsivas, mientras estaban en el vientre de sus madres.
"Contextualmente, el TFM supuso niveles elevados de expresión de los factores proinflamatorios IL-1β, IL-6, COX-1 y TNF-α tanto en el cerebro como en el intestino delgado", escribieron los investigadores en su artículo. "La atrofia de las vellosidades y la infiltración inflamatoria (Caspasa 3 y Ki67) aumentaron en el intestino delgado de los ratones FMT y VPA en comparación con los controles. Además, las alteraciones observadas dependientes del FMT estaban relacionadas con una disminución del estado de metilación".
Curiosamente, Avolio y sus colegas observaron que los ratones que recibieron la microbiota del TEA mostraban comportamientos inusuales mientras completaban diferentes pruebas de laberinto que se utilizan ampliamente en los estudios de neurociencia. Sus comportamientos podrían estar relacionados con los observados en niños y adultos con TEA.
Los recientes hallazgos recogidos por este equipo de investigadores parecen confirmar los resultados anteriores en este campo, sugiriendo que la microbiota intestinal puede efectivamente desempeñar un papel en los comportamientos sociales. En el futuro, podrían inspirar nuevas investigaciones en este ámbito y contribuir a la prueba e introducción gradual de tratamientos para el autismo que también tengan en cuenta la dieta y la salud intestinal.
"En general, los resultados del presente estudio corroboran un papel clave de la microbiota intestinal en el TEA", escriben Avolio y sus colegas en su artículo. "Sin embargo, se requieren más investigaciones antes de que se pueda llevar a cabo una posible manipulación de las bacterias intestinales con dietas adecuadas o probióticos en individuos con TEA".
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