POR IGNACIO PANTOJA
Fuente: Autismo en vivo | 28/11/2024
Fotografía: Pixabay
Durante todos estos años he permanecido delante de la pantalla.
Sé que el tiempo y mi vida iban pasando pero la atracción que me generaban las series de anime me ha hecho incapaz de levantarme del sofá. Hoy sin embargo al terminar de ver este episodio la serie finalizó y tras estar horas buscando otra serie asumí que ya las había terminado todas y no podía ver ya nada más.
Por ello, aquella vez cerré el ordenador después de haber consumido gran parte de mi vida frente a él.
Durante unos instantes no supe qué hacer, comencé a moverme sintiendo mis miembros dormidos, poco a poco conseguí reactivar, no sin poco dolor, mis brazos y mis piernas. Después comencé a andar y abandoné mi habitación, el silencio y la oscuridad que había en la casa me hacían sentirme totalmente solo.
Encontré la puerta de mi casa y la abrí, un sonido agudo me demostraba que hacía años que no se movía, y en aquel momento me quedé algo asustado, la luz solar que apenas entraba por mi ventana me inundó totalmente.
Después de unos minutos en shock abandoné mi hogar, las calles y los coches junto con los edificios que yo recordaba no estaban, por algún motivo que ignoraba habrían dejado de existir y ante mí se encontraba un extenso campo de hierba. Comencé a recorrerlo con cierta esperanza de encontrarme con otras personas pero nadie apareció.
Al pasar unas horas un rio con un caudal no extremadamente grande se cruzó en mi camino y para no tener que quitarme la ropa y nadar hasta la otra orilla seguí el curso del rio creyendo que de alguna manera me llevaría hacía alguna población.
Tras unos días siguiendo el curso del rio frente a mí apareció un frondoso bosque y me aventuré a caminar por él, muchos pájaros cantaban y algunos pequeños mamíferos cruzaban en algunos momentos por mi camino, supongo que para beber en el arroyo.
Comprobé que el rio caía hacia un lugar donde un árbol inmenso se mantenía totalmente erguido, mire hacia arriba y no pude distinguir el final del árbol. Comprendí que debía continuar escalándolo y me puse manos a ello, resultaba sencillo, mientras avanzaba el árbol parecía facilitarme la escalada, pero aún así el tiempo pasaba y noches de frío con lluvias y nevadas se me echaron encima.
Un día muy soleado divisé la copa del árbol, cuando llegué a la cima había una explanada y ya era totalmente de noche, una luna llena inmensamente grande en el cielo brillaba poderosamente.
Me acerqué a ella y la abracé.
Ignacio F. Pantoja
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