La novia androide

POR IGNACIO PANTOJA

Fuente: Autismo en vivo | 16/01/2024

Fotografía: Pixabay

Hacía ya muchísimo tiempo que no salía de mi agujero.

Podía ver la luz del sol a través del pequeño cristal del techo, pero por la noche aquí jamás se veían las estrellas. Leía a través de internet que fuera existían las constelaciones y también recibía las cartas de astrología todas las semanas, pero cuando el cielo se volvía oscuro nunca se veían las estrellas; en el ordenador se explicaba que todo estaba tan contaminado que ni siquiera se podía ver bien el sol, la luz llegaba a través de espesas capas de bruma, pero no se veía, se sabe que existe porque lo pone en internet, igual que todo lo demás.

Hace años que me pidieron que no saliera de allí, por lo visto estaba enfermo, algún virus o algo así me mantenía en una enorme cuarentena y después de que unos hombres con unos trajes de buzo me pincharon varias vacunas, tenía prohibido abandonar mi habitación y solo podía explorar el mundo a través de la pantalla de mi ordenador.

Solía jugar a muchos videojuegos y hablar con otras personas por el chat, pero al final algo de mi vida no me gustaba, parecía que mi relación con los demás no me era suficiente, cada día subían comida a mi cuarto y desde que me encerraron he engordado mucho, ya apenas puedo caminar de la cama a la silla así que inventé una manera de pasar de un lugar a otro arrastrando, solo me dedicaba a mirar la pantalla, mi trabajo era realizar transacciones para mi oficina, recibía contratos que me notificaban por email y yo solo debía comprobar que todo estaba bien, en una hora observaba todos los proyectos y cuando había revisado que todo estaba en orden lo confirmaba y eso era lo que me hacía ganar dinero.

El mundo exterior se había vuelto demasiado hostil, sabía por las noticias que apenas nadie salía ya de casa, algunas veces se escuchaban disturbios y aparecían pintadas hostiles en los muros con amenazas a los políticos y en contra de las vacunas. Según ellos, nos mantenían controlados y vigilados a todos, sin embargo los anuncios del gobierno no paraban de repetir que salir de casa era muy peligroso y que más del 90% de la población mundial había fallecido y ya no nacía gente nueva, no se podía tener relaciones con nadie, ni con amigos ni relaciones sexuales, desde el siglo pasado nadie hacía el amor, por lo menos que se sepa, porque había gente que hackeaba las redes sociales y culpaba a los políticos de que ellos si las tenían entre sí, incluso que salían de sus casas y montaban fiestas en lugares paradisiacos pero creo todo aquello está realizado por inteligencia artificial, las playas desparecieron hace siglos, ahora mismo la contaminación y todos los virus que había eran los dueños del planeta. Nadie se iba ya de vacaciones y menos aún en grupo.

Una paloma consiguió entrar por el hueco del techo, con mi bate pude acabar con ella, luego me di cuenta de que era un robot con una cámara incorporada, pensé entonces que hacía décadas que no se veían animales vivos, seguramente habían muerto todos y estos artefactos eran parte del control al que nos sometía el gobierno, si es que realmente lo había y no estábamos gobernados por la inteligencia artificial, de hecho sospechaba que muchos de mis contactos con los que chateaba día y noche no eran otras personas sino programas que me respondían.

Después de analizar aquella cosa que parecía una paloma investigué sobre los robots en internet; por lo que se podía ver había muchas compañías que vendían novias robots y se compraban por internet, venían empaquetadas y se construían en casa como un mueble de ikea.

Hice un examen de pocos minutos y la IA me aconsejó comprar una muñeca, que había diseñado una para mi perfil y además de acostarse conmigo podría hablar de todo lo que yo quisiera. Me gasté casi todo mi sueldo de un mes y a los pocos días una caja apareció en mi buzón. Comprendí que era ella y comencé a montarla.

Durante una hora de tiempo seguí las instrucciones y entonces la puse sobre mi silla, y le di a “on”, sus ojos abrieron y me miraron, una miraba profunda de unos ojos azules me examinaron fijamente.

-Soy la androide 63723625XBC, estoy a su entera disposición, necesito un nombre personal para que pueda dirigirse a mí.

Me quedé mirándola unos minutos, parecía una persona de verdad, una de aquellas modelos que aparecían en las redes sociales y que según contaban eran producto de la IA.

No sabía quede decir, no sabía si podría levantarme.

-Soy la androide 63723625XBC, estoy a su entera disposición, necesito un nombre personal para que pueda dirigirse a mí- me repitió otra vez.

-No lo sé- le contesté, al parecer quería que la diese un nombre como si fuese una hija mía y tuviese que bautizarla allí mismo y esto me sentía algo incómodo.

La miré de nuevo y le dije- Me voy a dormir, más tarde seguiremos hablando-. Me di la vuelta y me hundí en mis pensamientos, el comprimido que me había metido bajo la lengua me estaba haciendo efecto y caía en un profundo sueño que me hacía olvidar la melancolía. 

Ignacio F. Pantoja