
POR GABRIEL MARIA PÉREZ
Fuente: Univers Àgatha | 02/03/2025
Fotografía: Pixabat
Unos pasos acompañados del sonido de unas cucharillas de juguete se van aproximando.
Sí, es ella, Àgatha, cómo no, parece como si pudiera hasta dormir andando. ¿Cuántas veces la vemos que se tambalea como si estuviera ebria de alcohol, cuando las baterías se le descargan y corremos, no sea que vaya a caerse?
Ella es así, incansable.
Por eso en casa siempre comentamos que ha de ser, debido a este va y viene interminable, que esté delgadita, vamos, diría que fibrada, porque comer, come y, desde hace muy pocas fases lunares, duerme bastante más y, lo mejor de todo: sonríe.
Hace pocos días reímos, -no de ella, claro, pobrecita-, porque le pusimos mi móvil en su bolsillo con el podómetro en marcha y tras un par de horas había hecho un montón de pasos.
Increíble.
De hecho, siempre ha sido así, un ir y venir prácticamente sin pausa.
Cuando alguien viene a casa por primera vez seguro que, aunque no nos lo diga, debe alucinar al verla continuamente en movimiento, arriba y abajo.
Mientras convivamos sin casi darnos cuenta con esta particularidad y veamos que nos esboza una tranquilidad que tantas veces no irradia, estamos más que contentos y si, como siempre siempre digo, encima nos echa sus adorables sonrisas, eso ya es esplendoroso.

me encanta esta gran historia