Fuente: Autism Parenting Magazine | 25/06/2021
Fotografía: Pixabay.com
Los trastornos del espectro autista suelen caracterizarse por deficiencias del lenguaje. La dislexia también se manifiesta con déficits de lenguaje lo que plantea la cuestión de una posible conexión entre ambos.
Un diagnóstico de autismo puede explicar algunos de los comportamientos difíciles de su hijo, pero los padres suelen preguntarse si todos los síntomas están relacionados con el autismo. Para aumentar la confusión, el autismo suele coincidir con otras afecciones como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la dispraxia, la ansiedad y, a veces, la dislexia.
Las dificultades del lenguaje forman parte de los déficits de comunicación, que se consideran una característica esencial del autismo. Esta puede ser la razón por la que los padres se sientan confundidos: el origen de las dificultades de su hijo puede estar relacionado con el autismo o puede tener una comorbilidad o una condición coexistente además de su trastorno del espectro autista que podría explicar los desafíos del lenguaje.
En un intento de aclarar parte de la confusión, en este artículo se definirán por separado el autismo y la dislexia. A continuación, se examinarán los síntomas y problemas comunes para ver en qué puntos se solapan ambas afecciones. Se consultará la investigación para determinar si un niño puede ser diagnosticado con dislexia y autismo, o si ambos son mutuamente excluyentes.
A este respecto, los estudios y la literatura científica suelen hablar de condiciones coexistentes y comorbilidades. Para empezar, puede ser útil definir y aclarar algunos de estos términos y la relación que guardan con el autismo y la dislexia.
Trastorno del espectro autista (TEA) y comorbilidades
Un estudio que revisó el concepto de comorbilidades (Valderas et al., 2009) definió el término como la presencia de más de una condición distinta en un individuo. Los autores mencionaron que a menudo hay desacuerdo en cuanto al significado del término y su aplicación. La importancia de los mecanismos que subyacen a dos condiciones existentes, y las implicaciones de dichos mecanismos para la atención clínica también se consideran en el estudio (Valderas et al., 2009).
Cuando se revisaron las comorbilidades y el trastorno del espectro autista en un editorial (Casanova et al., 2020), los autores abogaron por que los profesionales médicos reorientaran los servicios de manera que se reconocieran mejor las comorbilidades del TEA para mejorar los resultados. En este estudio se definió una comorbilidad como la presencia de un trastorno crónico que coexiste con la enfermedad primaria (Casanova, 2020).
Si bien el término comorbilidades puede causar desacuerdo cuando se trata de una definición precisa e implicaciones, los investigadores están de acuerdo en que las comorbilidades y las condiciones coexistentes son altamente prevalentes en los niños y adolescentes con condiciones del espectro autista.
Investigar los mecanismos y las implicaciones de las condiciones subyacentes en el TEA se convierte en algo vital cuando se tienen en cuenta citas como: "El tratamiento de las condiciones médicas comórbidas puede resultar en una mejora sustancial de la calidad de vida tanto del niño como de sus padres". Las investigaciones que deben aplicarse pueden variar tanto dentro del espectro autista como individualmente". (Isaksen et al., 2012).
Esto puede aumentar las preocupaciones de los padres con un niño en el espectro. ¿Qué pasa si un síntoma o un comportamiento que se considera parte del autismo, es en realidad la manifestación de una comorbilidad o una condición separada que requiere un diagnóstico y un plan de tratamiento por separado?
Porque aunque la investigación sobre la conexión entre el autismo y la dislexia es escasa, los padres con hijos en el espectro hablan de que el autismo se presenta junto con trastornos del aprendizaje como la dislexia. La cuestión (que es complicada y requiere más pruebas clínicas) es si las dificultades de aprendizaje y lenguaje de un niño surgen por los síntomas del autismo o porque el niño es disléxico.
Desgraciadamente, los niños autistas a veces pierden oportunidades educativas debido a los síntomas de comportamiento y a los retos que conlleva su condición; por ejemplo, las dificultades sensoriales podrían hacer insoportable el aprendizaje en el aula. Un pediatra especializado en el desarrollo del comportamiento deberá determinar si el retraso lingüístico de un niño se debe a estos factores o a una enfermedad coexistente como la dislexia.
¿Puede la dislexia ser una comorbilidad de un trastorno del espectro autista?
Tanto los trastornos del espectro autista como la dislexia pueden clasificarse como condiciones del neurodesarrollo con una prevalencia creciente entre los niños. Oficialmente, un trastorno del espectro autista es un criterio de exclusión para un diagnóstico de dislexia y viceversa (Russell & Pavelk, 2013).
Sin embargo, hay síntomas significativos que comparten estas dos condiciones y que informan la opinión de que, aunque el autismo y la dislexia son condiciones distintas, pueden ocurrir en el mismo individuo. La investigación relativa a la conexión entre el TEA y la dislexia es escasa, pero los estudios (Huang et al., 2020) han explorado un gen (DOCK4) compartido entre las dos condiciones del neurodesarrollo.
Al explorar algunos antecedentes de las dos condiciones, se pueden identificar los síntomas que se superponen. El punto más significativo de solapamiento se encuentra en los déficits de comunicación (o más exactamente, de lenguaje), que son un síntoma central tanto del autismo como de la dislexia.
Autismo
Para tener una mejor idea de cómo las deficiencias de comunicación en el autismo pueden solaparse o presentarse de forma similar a las encontradas en la dislexia, hay que examinar los criterios y síntomas centrales del autismo.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ª ed.; DSM-5; Asociación Americana de Psiquiatría, 2013) un diagnóstico de autismo requiere deficiencias persistentes en la comunicación y la interacción sociales en diversos contextos. Se ofrecen ejemplos de cómo pueden manifestarse estos déficits, como las dificultades en la reciprocidad socio-emocional y la comunicación no verbal. Los déficits de comunicación constituyen el primer criterio básico, mientras que los comportamientos restringidos y repetitivos y el interés constituyen el segundo.
Los criterios diagnósticos del DSM-5 para los trastornos del espectro autista también contienen una nota que especifica que, si un niño tiene déficits definidos de comunicación social, pero no cumple los demás requisitos para un diagnóstico de autismo, debe considerarse una evaluación para el diagnóstico separado de trastorno de comunicación social (pragmático).
Los criterios del DSM-5 para los trastornos del espectro autista también contienen una directriz según la cual el diagnóstico de autismo debe especificar si existe una alteración del lenguaje acompañante. Esto es claramente significativo en lo que respecta al solapamiento entre los síntomas del autismo y la dislexia.
Es importante tener en cuenta que el autismo va más allá de las dificultades para comunicarse eficazmente; los autistas también tienen comportamientos e intereses restringidos y repetitivos y, en su mayoría, también tienen dificultades de procesamiento sensorial. La dislexia es un trastorno del desarrollo del lenguaje, en el que la mayoría de los síntomas están relacionados con el lenguaje.
Dislexia
La mayoría de nosotros cree que tiene una idea bastante clara de lo que es la dislexia, pero cuando se trata de definir la afección, a menudo nos equivocamos y perpetuamos el mito de que tiene algo que ver con la inversión de letras (o símbolos) y la lectura de palabras al revés. Aunque éste puede ser uno de los síntomas de la dislexia, no todas las personas con dislexia presentan inversión de letras y no es ni mucho menos la característica que define este trastorno del neurodesarrollo.
Algunos defienden que la definición de la dislexia no sea complicada, creen que debería ser simplemente una dificultad con las palabras. La palabra dislexia se puede desglosar entre la palabra latina dys (que significa difícil o pobre) y la palabra griega lexia (que se traduce como palabras).
En el DSM-5, la dislexia está categorizada como un "trastorno específico del aprendizaje" (American Psychiatric Association, 2013). La definición formal de la dislexia, adoptada por la Asociación Internacional de Dislexia (IDA) en 2002, dice lo siguiente La dislexia es una discapacidad específica del aprendizaje de origen neurobiológico. Se caracteriza por dificultades en el reconocimiento preciso y/o fluido de las palabras y por una escasa capacidad de deletreo y decodificación.
Estas dificultades suelen ser el resultado de un déficit en el componente fonológico del lenguaje que suele ser inesperado en relación con otras capacidades cognitivas y con la provisión de una enseñanza eficaz en el aula. Las consecuencias secundarias pueden incluir problemas de comprensión lectora y una experiencia lectora reducida que puede impedir el crecimiento del vocabulario y los conocimientos previos." (https://dyslexiaida.org/definition-of-dyslexia/)
Los profesionales del lenguaje y los logopedas advierten que no hay que ver el trastorno de forma singular, como una dificultad para leer. Más bien, la condición puede abarcar muchos déficits comórbidos como dificultades auditivas, de memoria y de lenguaje, y puede causar desafíos de aprendizaje no sólo en la lectura sino también en la ortografía, la escritura y la memoria de trabajo. Es importante señalar que la dislexia no está relacionada con una baja inteligencia, muchos niños disléxicos tienen un coeficiente intelectual normal o superior a la media.
Mucho más profundo que la escritura en espejo...
La idea o el mito mencionado anteriormente -que la dislexia es simplemente un problema de aprendizaje en el que los niños invierten las letras y los números y ven las palabras al revés- hizo que la dislexia pareciera un trastorno o desafío visual. Esto se comprobó en un estudio (González y Brown, 2019) en el que los resultados indicaron que incluso los profesores mantenían el mito imperante de que la dislexia es un trastorno del procesamiento visual que abarca la escritura en espejo y la inversión de palabras, en lugar de un trastorno del procesamiento fonológico.
En cambio, un estudio (Shaywitz et al., 2006) menciona la base cognitiva de la dislexia. Los autores se refieren a la dislexia como un trastorno del lenguaje con déficits específicos en el procesamiento fonológico.
El mismo estudio de Shaywitz et al. (2006) considera que las pruebas de las alteraciones en los sistemas neuronales que sirven para la lectura (dichas alteraciones se probaron mediante imágenes funcionales del cerebro) tienen implicaciones de gran alcance para la aceptación de la dislexia como un trastorno válido.
No se pueden negar las dificultades causadas por la dislexia, pero el diagnóstico de la condición siempre ha sido difícil. Algunos estudios consideran que las definiciones existentes de la dislexia son las culpables de un diagnóstico poco fiable, posiblemente debido a que las definiciones del trastorno se basan en un único indicador, por ejemplo, los déficits de decodificación.
En su artículo titulado "¿Por qué es tan difícil diagnosticar la dislexia y cómo podemos hacerlo mejor?", Richard K.Wagener sugiere que el diagnóstico podría mejorar si, en lugar de utilizar un modelo de factor único, se empleara un modelo híbrido para evaluar la dislexia. Un sistema de evaluación de este tipo tendría en cuenta muchas facetas del desarrollo de la lectura y la ortografía, y proporcionaría a los evaluadores una imagen más completa del individuo evaluado.
Una forma holística de evaluar la dislexia también puede ser importante a la hora de diagnosticar a un niño con autismo que presente estos síntomas. En lugar de centrarse en un único indicador, como la inversión de letras mencionada anteriormente, es importante tener en cuenta los síntomas del niño, el historial médico, las comorbilidades y cualquier otro factor relevante para obtener un diagnóstico preciso.
Signos tempranos de dislexia, comparados con los signos y síntomas de los trastornos del espectro autista (TEA)
Los padres a veces expresan su preocupación por los problemas de lenguaje que experimenta su hijo autista y que consideran que pueden estar relacionados con la falta de motivación social; estos padres temen que las oportunidades inadecuadas de interacción social puedan interferir en el desarrollo de las habilidades y capacidades lingüísticas de su hijo para su edad.
Este puede ser uno de los factores (discutibles) que contribuyen al deterioro del lenguaje en los niños con autismo. En cambio, las dificultades del lenguaje en la dislexia no pueden atribuirse a factores como la motivación social. Más bien, las personas con dislexia tienen dificultades para relacionar el lenguaje hablado y su equivalente impreso porque tienen deficiencias en la parte fonológica del lenguaje (Roitsch y Watson, 2019).
¿Cómo se manifiestan estas deficiencias? Los siguientes son signos comunes de dislexia:
Retraso en el habla o en la adquisición del lenguaje
La dificultad para aprender a hablar o el retraso en la adquisición del lenguaje puede ser una de las primeras manifestaciones tanto de la dislexia como del autismo. La dislexia suele diagnosticarse más tarde (cuando el niño tiene unos cinco o seis años y está aprendiendo a leer), mientras que el autismo puede diagnosticarse a partir de los dos años. Los estudios abogan por la identificación temprana y la intervención precoz a la hora de diagnosticar a los niños con trastornos del espectro autista (Parmeggiani et al., 2019).
Los autores de este mismo estudio hablaron de cómo un retraso en el lenguaje hablado suele ser el síntoma más común que lleva a una consulta médica inicial, o a la búsqueda de un diagnóstico de autismo. Este retraso en el lenguaje hablado incluye tanto la producción como la comprensión verbal (Parmeggiani et al., 2019).
El impacto positivo de un diagnóstico (e intervención) temprano se aplica igualmente a la dislexia. Según la doctora Sally Shaywitz: "El cerebro humano es resistente, pero no hay duda de que la intervención y el tratamiento tempranos producen más cambios positivos a un ritmo más rápido que una intervención proporcionada a un niño mayor. Cuanto antes se haga el diagnóstico, más rápido podrá recibir ayuda el niño y más probable será que se eviten golpes secundarios a su autoestima." (Shaywitz, 2004)
Si hay antecedentes familiares de dislexia, los padres deben estar atentos a signos como el retraso en el habla o en la adquisición del lenguaje. Un estudio realizado por Snowling y Melby-Lervåg (2016) reveló que los niños con antecedentes familiares de dislexia mostraron déficits tempranos en fonología en comparación con sus compañeros (sin antecedentes familiares de dislexia). Es importante destacar que este estudio también mostró que no todos estos niños desarrollaron dislexia.
Los hitos del desarrollo pueden alcanzarse más tarde tanto en el autismo como en la dislexia. Esto incluye algo más que el retraso en el habla; hitos como aprender a gatear, caminar y montar en bicicleta también pueden retrasarse. En el caso de las enfermedades del espectro autista, los hitos no alcanzados pueden quedar enmascarados, ya que el niño se comporta de forma muy diferente a sus compañeros de desarrollo típico.
Retos y dificultades en el aprendizaje de sonidos, letras y palabras a la vista
Si un niño tiene antecedentes familiares de dislexia y además es un hablador tardío (no ha pronunciado sus primeras palabras antes de los 15 meses), el niño puede tener un riesgo elevado de desarrollar dislexia y debe ser vigilado. Otros signos a los que hay que prestar atención son:
Dificultades para recordar rimas infantiles fáciles y/o dificultad para reconocer la rima
Uso continuado del lenguaje infantil y pronunciación errónea constante de palabras comunes
Dificultad con la secuencia, el orden lógico y el seguimiento de instrucciones
Cuando el niño empieza a aprender a leer, los déficits se hacen más evidentes. Puede tener dificultades para aprender los nombres de las letras y confundir continuamente letras de aspecto similar. Más adelante, las dificultades ortográficas pueden provocar una gran frustración.
El reconocimiento de palabras será un reto para un niño con dislexia. Puede adivinar ciertas palabras, omitir otras y tropezar con ellas, además de mostrar déficits en la decodificación de palabras
Las dificultades de decodificación le llevarán a tener dificultades para identificar palabras desconocidas y la fluidez en la lectura se verá afectada
Es importante señalar que, aunque la inversión de las letras y la lectura al revés pueden ser ocasionalmente un signo de dislexia, en realidad es bastante común que los niños inviertan las letras mientras aprenden a leer y escribir
Una lucha con la adquisición del lenguaje es un síntoma de autismo y dislexia, pero a diferencia de la dislexia los procesos cognitivos no sociales del autismo podrían ser los culpables de las notables limitaciones en el desarrollo del lenguaje (Eigsti & Schuh, 2016). El deterioro del lenguaje se considera una característica central del TEA, algunos niños autistas nunca adquieren el lenguaje funcional y siguen siendo no verbales o no vocales.
Los déficits del lenguaje en el autismo se presentan de forma diferente a las deficiencias en la dislexia. Los niños con autismo suelen adquirir el lenguaje de forma desigual. En algunos niños autistas puede producirse una regresión, que da lugar a una pérdida de la comprensión del lenguaje y de la expresión verbal.
Debido a la naturaleza del espectro del autismo, existe una gran variación de déficits lingüísticos entre los individuos autistas. Algunos autistas poseen habilidades de savant en la adquisición de lenguas extranjeras, mientras que otros describen sus dificultades con el lenguaje funcional como una lucha diaria.
Dificultades de lectura, ortografía y escritura
Como se ha mencionado anteriormente, los retos de la dislexia se hacen más evidentes cuando los niños aprenden a leer y escribir. Como la lectura y la escritura dependen de procesos subyacentes similares, los niños con dislexia suelen tener dificultades para escribir (Graham y Herbert, 2010).
Los desafíos de la escritura pueden aplicarse también a los niños autistas. Según Fuentes et al. (2009), los niños con TEA mostraron un peor rendimiento en las tareas de escritura a mano en comparación con los niños del grupo de control emparejados por edad e inteligencia.
En lo que respecta a los déficits de lectura, una visión general de los estudios de neuroimagen titulada Reading, dyslexia and the brain (Goswami, 2008) revela que una convergencia de estudios muestra que el cerebro disléxico se caracteriza por una infraactivación de las redes neuronales vitales para la lectura.
Esta base biológica de la dislexia desmiente el sentimiento hiriente de que los niños disléxicos sólo deben "esforzarse más". Una vez que los profesores y los compañeros se den cuenta de que, en el caso de los niños disléxicos, las dificultades de aprendizaje y de lectura pueden deberse a déficits en el procesamiento del sistema de sonidos del lenguaje, es de esperar que estos mitos se disipen.
En lo que respecta a la lectura en los niños con autismo, la naturaleza del espectro de la condición significa una vez más que algunos individuos autistas sobresalen en la lectura mientras que otros se enfrentan a graves deficiencias en la lectura. Las deficiencias en la lectura de los niños autistas son especialmente frecuentes cuando se trata de la comprensión. Los niños autistas pueden averiguar cómo decodificar las palabras y parecer que leen bien, pero la comprensión de lo que leen puede verse afectada negativamente.
Los niños que aprenden a leer por sí mismos a una edad temprana pueden tener hiperlexia, un síndrome relacionado con una habilidad lectora avanzada y una intensa fascinación por las palabras. Una característica de la hiperlexia es la capacidad avanzada de decodificación con falta de comprensión. La hiperlexia está fuertemente asociada a los niños del espectro (Ostrolenk et al., 2017).
Similitudes y diferencias
A medida que se examinan diversos estudios, se hacen evidentes las similitudes y diferencias entre la dislexia y el TEA. Ambas condiciones son trastornos que duran toda la vida, aunque a menudo se tratan como condiciones infantiles. Ambas son de naturaleza neuro-desarrollante y las dos condiciones tienen posiblemente un gen candidato compartido.
Aunque los dos trastornos comparten muchas coincidencias, también está claro que los síntomas principales del autismo van más allá de las deficiencias del lenguaje. El diagnóstico de autismo se basa en las dificultades en dos áreas: la comunicación social y los comportamientos o intereses restringidos y repetitivos.
La lectura de la literatura sobre la dislexia deja claro que la definición causa muchas dificultades. Aunque la mayoría está de acuerdo en que la dislexia es un problema de aprendizaje (o trastorno del aprendizaje) de origen neurológico, la manifestación, los síntomas y otros factores suelen ser objeto de desacuerdo. Tal vez se necesite una definición más fluida y polifacética, además de más investigación sobre cómo diagnosticar la dislexia de forma eficaz y sencilla.
En el caso de los niños que tienen dificultades en la escuela a pesar de poseer una inteligencia media o alta, los problemas de reconocimiento de palabras, la mala ortografía y las dificultades de descodificación deben abordarse con inmediatez, ya que los problemas asociados a la dislexia pueden provocar ansiedad y una baja autoestima.
Buenas noticias
La mayoría de los expertos coinciden en que se puede enseñar a leer con fluidez a los niños con dislexia, siempre que obtengan el apoyo necesario de los profesores o profesionales en un entorno clínico y de los padres (o cuidadores) en el entorno familiar. El deterioro de las habilidades del habla y el lenguaje en el autismo también puede abordarse mediante opciones de tratamiento como el Entrenamiento en Comunicación Funcional, una práctica basada en la evidencia para personas con TEA.
Los padres que estén preocupados por los síntomas de autismo, dislexia o ambos en sus hijos deben consultar con un pediatra especialista en desarrollo conductual u otro profesional médico. Los niños con autismo y dislexia se benefician de un diagnóstico e intervención tempranos. Estas dos condiciones se solapan, lo que significa que un profesional deberá tener en cuenta el historial del niño y cualquier otro factor relevante para realizar un diagnóstico preciso.
Referencias
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Mi hijo es autista. A mí y a mi pareja nos llevó años comprender realmente el autismo (y a nuestro hijo). Él nació con el camino de vida 7, por lo que es muy inteligente.
Acabo de descubrir que el autismo y la dislexia son dos afecciones cerebrales que se dan la mano y buscando información he llegado a este artículo. No me gusta nada el enfoque que le has dado, no considero que la dislexia sea un problema de aprendizaje únicamente asociado a la descodificación del lenguaje, la dislexia va mucho más allá. No soy Doctora en nada, si soy experta en dislexia, soy disléxica. Es mi más humilde opinión que me ha parecido imprescindible compartir.
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