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Greta Thunberg y el autismo: sacando el máximo partido a sus diferencias


Cortesía del Parlamento Europeo



POR MARGO MARIE McMANUS

Fuente: Autism Parenting Magazine | 30/07/2020

Fotografía: Cortesía del Parlamento Europeo



Cuando Greta tenía ocho años, se enteró por primera vez de la amenaza real del calentamiento global; una amenaza que los humanos habían causado con sus propias manos.


En 2003, nació en Suecia una niña llamada Greta Thunberg. Cuando esa niña tenía ocho años, se enteró por primera vez de la amenaza real del calentamiento global; una amenaza que los humanos habían causado con sus propias manos.


Al mismo tiempo, le aseguraron que esas manos podían trabajar para solucionarlo. Si apagáramos las luces para ahorrar energía, si recicláramos las botellas de plástico y el papel, si hiciéramos un esfuerzo conjunto para cambiar la forma de vida del mundo, nuestro futuro podría salvarse. Pero las acciones de la gente no eran coherentes con estas palabras.


No había restricciones eficaces, ni medidas preventivas, ni debates productivos para contrarrestar la amenaza. Observó cómo los líderes mundiales ponían en peligro el futuro de todos una y otra vez actuando como si no existiera ninguna emergencia, y para ella quedó claro: sin un verdadero seguimiento, los esperanzadores llamamientos a la acción que había estado escuchando durante años eran poco más que mentiras.


A los 11 años, Greta Thunberg cayó enferma. Dejó de comer y de hablar. Estaba profundamente deprimida. Thunberg no podía entender por qué lo que ella consideraba "el problema más importante de todos" era claramente ignorado por quienes tenían el poder de abordarlo.


Más tarde, se le diagnosticó el síndrome de Asperger, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el mutismo selectivo, lo que dio más contexto a algunas de sus opiniones sobre la crisis climática. En sus propias palabras, "para los que estamos en el espectro, casi todo es blanco o negro". No podía conciliar las contradicciones de un enfoque gris o comprometedor del cambio climático, y eso se notaba en sus síntomas.


La reacción de Greta ante la situación del cambio climático afectó a muchos aspectos de su vida. Incapaz de quedarse de brazos cruzados, insistió en que su familia redujera su huella de carbono haciéndose vegana, instalando paneles solares y renunciando a volar. Ella no vuela a ningún sitio a pesar de sus invitaciones y participación en eventos internacionales, y su madre sacrificó su carrera como cantante de ópera internacional para oponerse a los efectos negativos de la aviación sobre el clima.


La renuncia pública de ambas mujeres a volar ha alimentado el reciente movimiento antivuelo conocido como flygskam, o "vergüenza de volar", que ha dado lugar a un notable aumento de los viajes en tren en Suecia.


Desde que Thunberg llamó la atención del público, se ha mostrado muy abierta con sus diagnósticos y atribuye gran parte de su determinación a estar en el espectro del autismo, un diagnóstico que considera un regalo que le ayudó a abrir los ojos a la crisis climática. En una entrevista en el programa The Today, declaró: "No creo que me hubiera interesado en absoluto por el clima si hubiera sido como todo el mundo".


Cree que le permite ver a través de las mentiras y la dirige como mensajera del cambio porque le permite percibir el mundo de forma diferente. También ha señalado que su mutismo selectivo es el primer paso para comprender el poder y la necesidad de la palabra: "Sólo hablo cuando creo que es necesario; ahora es uno de esos momentos".


Y ha hablado. Después de vivir el verano sueco más caluroso desde que se iniciaron los registros hace 262 años y de no estar impresionada por la legislación sueca a pesar de ser el país más sostenible del mundo, Thunberg decidió que la palabra le correspondía a ella. Nadie más hacía nada; ni siquiera sus compañeros de juventud podían ser persuadidos de interesarse. Con quince años, sola y recién iniciada la 9ª clase, Greta se puso en huelga de la forma más eficaz que conocía: negándose a ir a la escuela.


Inspirándose en los activistas estudiantiles estadounidenses que hacían huelga por el control de las armas tras el tiroteo en el instituto Stoneman Douglas, Thunberg decidió no ir a la escuela hasta las elecciones generales suecas de 2018. Pensó que no tenía sentido ir cuando los hechos ya no importaban y los políticos no escuchaban a los científicos.


En su lugar, pasó todos los días durante el horario escolar sentada en silencio frente al Riksdag durante tres semanas con un cartel que decía "Skolstrejk för klimatet", o huelga escolar por el clima. También repartió folletos que decían: "Lo hago porque ustedes, los adultos, se están cagando en mi futuro". Exigió al gobierno sueco que redujera las emisiones de carbono de acuerdo con el Acuerdo de París.


Después de las elecciones, Greta siguió protestando los viernes, inspirando a estudiantes de todo el mundo a participar en huelgas estudiantiles. Habiendo ganado cierta notoriedad y seguimiento en las redes sociales a lo largo del año escolar, fue capaz de organizar una huelga escolar internacional por el clima. El 15 de marzo de 2019, se estima que 1,4 millones de estudiantes de 112 países abandonaron sus aulas durante un día, exigiendo acciones y políticas más fuertes para abordar el cambio climático. Thunberg sigue utilizando las redes sociales para implorar a los políticos que tomen medidas para frenar las emisiones de carbono.


Desde un profundo discurso en TEDxStockholm en 2018 hasta dirigirse a los miembros del parlamento y a los funcionarios de la UE en 2019, Greta Thunberg ha utilizado su historia y su inquebrantable persistencia para llevar su mensaje en un vertiginoso número de discursos de alto perfil, todos los cuales obtuvieron mucha atención mediática. Once de sus discursos más famosos se han publicado como colección en el libro No One Is Too Small to Make a Difference. Ha ganado múltiples premios, se ha reunido con el Papa e incluso ha sido nominada para el Premio Nobel de la Paz 2019, del que se convertiría en la receptora más joven de la historia si lo ganara.


A lo largo de todo ello, se ha mantenido firme en su promesa personal de hacer todo lo posible por su causa, incluyendo el uso de sus diferencias a su favor. "Ser diferente no es una debilidad. Es una fortaleza en muchos sentidos, porque destacas entre la multitud", dijo. Greta Thunberg está forjando su propio camino, y nada va a detenerla.


Este artículo apareció en el número 93 de ASD - Consejos para el presente y el futuro. https://www.autismparentingmagazine.com/issue-93-asd-advice-for-today-and-tomorrow/



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