POR IGNACIO PANTOJA
Fuente: Autismo en vivo | 25/02/2023
Fotografía: Pixabay
Me levanté nada más se encendieron las luces.
Salí camino al trabajo, como cada mañana; fui por las calles grises, llenas de edificios grises.
Los miraba, todos con gabardina y sombrero, altos, oscuros y si mirabas sus ojos no tenían pupila.
Había unas enormes rejas allí donde trabajaba, uno que estaba delante de mí le convirtieron en chatarra al aplastarle, un intruso que intentaba colarse dentro.
Noté que se me acababa la batería, empezó a llover, todo era negro, totalmente negro.
Llegué a mi puesto de trabajo y me enchufe al cargador, tendría 16 horas seguidas empaquetando. Solo vería la pantalla durante ese tiempo.
Hacía muchos años que no veía a un ser humano, decían que vivían en el piso 300, pero quizá era mentira, habladurías de otros.
Cuando se apagaron las luces, tuve que volver a mi casa, me desenchufé de aquel edificio y salimos en fila por la puerta.
No estaba programado para sentir miedo ni dolor, pero algo se me pasaba por los circuitos de mi cabeza.
Por fin llegue a casa, me enchufe y recibí la programación del Estado.
Un día más y un día menos.
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