El trauma de las amistades

POR ROGER PONT

Fuente: Autismo en Vivo | 24/11/2022

Fotografía: Pixabay.com

Uno de mis traumas principales es la percepción que tiene mucha gente acerca de mi falta de amigos, pues siempre aparezco solo y ésta es la imagen que doy

En realidad, la cantidad de amigos no es nada importante para mí, pues mi felicidad reside en las tareas estimulantes y en la aportación que pueda hacer a mi entorno, que no necesariamente implica muchas relaciones interpersonales. Sin embargo, vivo en sociedad, y la vida social es imprescindible para sobrevivir. Todos somos interdependientes, y la valoración que hacen de ti determina en gran parte la realización de tus logros.

El hecho de que mucha gente perciba que no tengas amigos o muy pocos, y te traten como si así fuera genera un trauma de por sí. Y ello genera un círculo vicioso o negativo, ya que el mismo trauma genera un autoconcepto negativo que se refleja de cara a los demás. Luego mucha gente percibe tu trauma ya que se traslucen tus pensamientos sobre ello. Aparecer solo y pensar que no tienes suficientes amigos es todo lo que necesitan los demás para pensarlo.

A partir de ahí, la gente hace una baja valoración, que de por sí dificulta hacer amigos, pues parece que estás necesitado, y ello rebaja tu valor y tu atractivo personal. Este es el maldito círculo vicioso, tan difícil de romper.

La verdad es que en esta sociedad hay una cierta obsesión con el tema de las amistades. Se le da más importancia de la que creo que tienen. Pero el tema es que si no lo demuestras parece que no existen, y el “marketing” tiene que ser muy bueno. Ya no valen los amigos de Facebook ni otras redes sociales. Tampoco valen los que conoces desde hace poco tiempo. En fin, que la cosa está difícil para “ser alguien como Dios manda”. Se vuelve casi como una esclavitud.

Para alguien como yo que disfruta más de la soledad y de las relaciones de uno a uno, y que además se cansa de los grupos, esto es doblemente duro. Hay que saber hacer muy buen marketing para mantener el buen equilibrio. Mezclar los amigos estratégicamente sin cansarse de ello. Y mezclar los que se vayan a caer bien, porque sino no cuentan… En fin, vaya marrón.