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El monstruo marino




POR IGNACIO PANTOJA

Fuente: Autismo en vivo | 29/12/2022

Fotografía: Pixabay




Hacía mucho, demasiado tiempo que no iba de viaje.


Decidí cruzar el mar en un crucero desde Cádiz a Galicia, vía el océano Atlántico divisando la costa de Portugal.


A los dos días mi barco fue destruido, una furia de rayos, relámpagos y truenos dio la vuelta al casco de la nave y fui a parar a las profundas aguas del océano.


Cuando recobré la consciencia había unos hombres con batas a mi lado que me observaban en una gran sala de enormes ventanas desde que se podía ver el mar.


“¿Dónde coño estoy?”, pensé asustado, “esto no parece Portugal”.


ISLA NUVIA, rezaba un cartel metálico en una puerta.


“¿Qué hago aquí?, ¿qué me hacen?”, me empecé a plantear, estaba en una cama, “atado”, no lo sabía realmente.


Esos hombres me miraban con una enorme mascarilla y gafas que no les dejaban ver los ojos.


“Sacadme de aquí, cabrones”, pensé, pero no podía ejecutar palabra.


“Estoy sedado”, medité, “por ello no puedo hablar ni moverme”


En ese instante, cuando mi preocupación era máxima, aquellos hombres se quedaron quietos de pie y me miraron; justamente un sonido agudo a modo de sirena que me reventó los tímpanos empiezo a chillar por toda la habitación.


Los hombres salieron corriendo y cerraron la habitación, creo que con llave y me dejaron allí preso.


“Un barco”. Vi por la ventana una vela blanca oscura que se acercaba.


“Qué cojones, eso no es un barco”.


Al avanzar, observé que no se trataba de una vela sino de un ala de una especie de cisne gigantesco.


¿Pero eso es un cisne?, no, no lo parece. Cuando lo vi más de cerca me dio un vuelco el corazón.


Aquella criatura no tenía plumas como tal, sino escamas y una gran cresta roja con picos detrás de la cabeza y el cuello; avanzaba con gran velocidad surcando el mar hacia mí.


¡Qué horror! Observé que ese monstruo al contrario que las grandes aves tenía una boca llena de enormes y afilados colmillos dispuestos a devorarme.


Estaba muy muy asustado cuando ese gigante ser desapareció.


“Me lo he imaginado todo” pensé, notaba que me estaba durmiendo.


Entonces lo escuché, el hijo de puta estaba golpeando el edificio de manera fuerte y agresiva.


“Toc, toc, toc” sonaba debajo de mí.


“Tengo que salir de aquí”. Me intenté incorporar, pero no podía, estaba totalmente paralizado.


Creo que vi una boca del infierno llena de cuchillos dispuestos a triturarme cuando escuché una voz familiar.


-Papá, papá, te has dormido…


Mi hija me llamaba desde el asiento de atrás, estábamos en una playa de Portugal, abrí los ojos y divisé el sol tras de mí y en frente unas gaviotas volaban hacia la marea.



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