Early start: Magnetoencephalography shows a premature onset of M100 responses in autistic children in new work from J. Christopher Edgar (left) and colleagues./ Cortesía de Heather Green
POR NORA BRADFORD
Fuente: Spectrum | 16/09/2022
Fotografía: Heather Green
Según un nuevo estudio longitudinal, una respuesta cerebral bien estudiada al sonido, aparece antes en la vida de los niños autistas que en los neuro-típicos.
Según un nuevo estudio longitudinal, una respuesta cerebral bien estudiada al sonido, denominada M100, aparece antes en la vida de los niños autistas que en sus compañeros no autistas.
El hallazgo sugiere que el córtex auditivo de los niños con autismo madura con una rapidez inusitada, un patrón de crecimiento observado anteriormente en otras regiones del cerebro.
"Es una demostración de que cuando buscamos marcadores de autismo en el cerebro, éstos pueden ser muy específicos de la edad", dice el investigador principal, J. Christopher Edgar, profesor asociado de radiología en el Hospital Infantil de Filadelfia, en Pensilvania.
Por ello, estudios longitudinales como éste -en el que Edgar y sus colegas evaluaron a niños de hasta tres edades diferentes- son esenciales, añade. "Si las dos poblaciones estudiadas tienen diferentes ritmos de maduración cerebral, entonces el patrón de los hallazgos cambia a lo largo del tiempo".
En el momento de la primera magnetoencefalografía (MEG), cuando los niños tenían entre 6 y 9 años, los que tenían autismo eran más propensos a tener una respuesta M100 a un tono apenas audible en el hemisferio derecho que los niños no autistas. Pero esta diferencia desapareció en las dos visitas siguientes, presumiblemente porque la respuesta M100 suele aparecer durante la adolescencia temprana. En cambio, la respuesta M50, que se produce durante toda la vida, empezando en el útero, no mostró diferencias significativas entre los dos grupos en ninguna visita.
El equipo también evaluó el "bloqueo de fase", una medida de la similitud de la actividad neuronal de un participante de una exploración a otra dentro de una determinada banda de frecuencia. Los participantes autistas mostraron patrones de bloqueo de fase más maduros en la primera visita, que luego disminuyeron en las dos visitas posteriores.
En un principio, todos los participantes debían volver dos veces con unos 18 meses de intervalo entre las exploraciones, pero debido a la pandemia de COVID-19, algunos fueron reevaluados fuera de ese intervalo y otros abandonaron: 48 de los 66 niños autistas y 43 de los 61 niños no autistas volvieron para la segunda exploración, y sólo 31 niños de cada grupo volvieron para la tercera.
Los resultados se publicaron en agosto en la revista Journal of Autism and Developmental Disorders.
Las diferencias en la materia gris cortical y en la maduración de las células del córtex auditivo primario pueden ser las responsables de que los participantes autistas inicien antes las respuestas M100 y desarrollen más rápidamente el bloqueo de fase, según la hipótesis de Edgar y sus colegas.
Cada vez hay más pruebas que sugieren que, en comparación con los niños no autistas, los niños autistas atraviesan un período temprano de desarrollo más rápido seguido de un período de desarrollo más lento.
"Esto demuestra que esta pauta de maduración inusualmente rápida seguida de pausas puede recapitularse en varias etapas del desarrollo y que se extiende a las medidas de la función cerebral, así como a la estructura", dice Carissa Cascio, profesora asociada de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, que no participó en el estudio.
Edgar dice que espera que este estudio inspire a otros investigadores a utilizar rangos de edad más pequeños para obtener una comprensión más granular del desarrollo del cerebro en niños autistas y no autistas.
"En realidad estamos buscando un cambio muy radical en la forma de hacer investigación pediátrica", dice Edgar.
Su equipo está estudiando ahora a niños menores de 6 años, porque las diferencias en el desarrollo del cerebro podrían ser más pronunciadas entonces, dice. También tienen previsto continuar el estudio longitudinal con los mismos participantes para evaluar si las respuestas neuronales siguen cambiando en los niños mayores y cómo lo hacen.
Cite este artículo: https://doi.org/10.53053/VDDU8471
Comments