POR GUILLERMO PEREZ
Fuente: Autismo en Vivo | 12/03/2022
Fotografía: Pixabay.com
Ser Asperger conlleva cierta forma de ser por lo menos algo solitaria y desconectada del resto de la gente. Como se dice a veces, uno vive en su mundo y no sigue las pautas del grupo.
Desde mucho antes de ser diagnosticado me identifiqué con la palabra freerider, que en inglés viene a significar algo a si como “el que va por libre”, y en sentido negativo el que no se casa o compromete con nadie. La idea clave es la incomodidad que me conlleva formar parte y seguir la dinámica de un grupo, por más que tenga muchas ventajas.
Quizás no se deba solamente al ser Asperger el sentirme un alma libre, pero creo que tiene mucho que ver. En la medida que uno no se deja influir por el grupo y desarrolla su propio mundo a raíz de su condición, es más fácil de entender que los Asperger vayan por libre respecto las dinámicas de grupo.
Algo que odio particularmente son las frases que empiezan con “todos…” como si todos pensaran igual, todos fueran igual de culpables de una situación, todos tuvieran que ir al mismo sitio, etc. El borreguismo me pone realmente de los nervios. Por suerte, con el paso del tiempo, va disminuyendo respecto al nivel de la época adolescente y la adultez temprana. Menos mal…
Con el tiempo uno encuentra otras almas libres que se han liberado de los mandamientos sociales imperantes y empieza a sentirse que no es el único bicho raro. Es una sensación muy liberadora. Poder ser uno mismo sin temor a ser juzgado por ser diferente. Estamos en una sociedad en el que la diversidad es un factor creciente en distintos ámbitos.
Para unos es una fuente de amenazas, o así lo visualizan, mientras que para otros supone más bien una fuente de oportunidades. En cualquier caso, cuando el status quo resulta insatisfactorio, uno tiende a ver los cambios como una oportunidad más que como una amenaza.
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